Veinte años junto a él


Tal día como hoy, hace veinte años llegó mi deseado piano a casa. Lo recuerdo perfectamente, pues en aquel 3 de agosto de 1.992 se cumplían cinco siglos desde que las tres carabelas de Cristóbal Colón partieran hacia Nuevo Mundo. Ahora me vienen a la memoria esos momentos de espera por la mañana en la puerta de la tienda de mi abuelo Peral. Mis abuelos y mis tíos me preguntaban qué hacía allí esperando, yo con muchísima ilusión como una mañana del 6 de enero, les decía que venía mi primer piano. 
Eso era una gran noticia, porque así ya no tendría que ir a estudiar y practicar a la antigua escuela de Preescolar tras el Ayuntamiento (Aula Municipal de Música). A partir de entonces, me quedaría en casa para seguir con mis estudios de piano. Fue un día propio de verano, hacía mucha calor cuando llegó la furgoneta de la tienda de instrumentos musicales. En este vehículo venía ese negro piano, elegante, brillante y reluciente. Aunque viniera grabado el nombre de «YAMAHA» y con una inscripción en la trasera «Made in Japan», mi piano era sevillano, de la ciudad del arte y el embrujo. Así pues había llegado un miembro más a la familia, a nuestra casa… para disfrute de mis padres y mis hermanos y por supuesto, de quien os habla.
No se me olvidará el enorme esfuerzo que tuvieron que realizar esos tres hombres que subían el piano por las escaleras de casa. Se les caía al suelo unos goterones de sudor como las primeras gotas de una tormenta. Desde el primer día lo hemos tratado como uno más, allí estaba presente con sus melodías en las grandes celebraciones de la casa: Navidades, Semana Santa, Feria, cumpleaños, fiestas… Siempre tendré palabras de agradecimiento a mis padres por el gran sacrificio que hicieron para cumplir aquel sueño de niño…
Desde que me trasladé a mi nuevo hogar junto a mi mujer, él vive con nosotros. Ya es más mayor, hace poco cumplió su mayoría de edad; sin embargo, suena y canta como el primer día. 
Mi piano es uno de mis mejores amigos, él ha estado ahí cuando lo necesitaba. Me habló y me aconsejó en tantos y tantos momentos de soledad. Aunque ambos hemos pasado horas y horas de esfuerzo, trabajo y estudio, debo darle las gracias por tantas satisfacciones y alegrías. Gracias a él he disfrutado en los conciertos, gracias a él he emocionado a mucha gente que ahora recuerdo, gracias a él he alcanzado muchos sueños, gracias a él me he sentido en paz y bien, gracias a él he viajado por mis entrañas, gracias a él han nacido mis composiciones… Después de veinte años, le doy las gracias porque me ayudó a descubrir el maravilloso Mundo de la Música…
Fotos: Germán García