Veinte años de «Réquiem al Cristo Yacente»


Hoy se cumplen veinte años de mi composición «Réquiem al Cristo Yacente» dedicada a la Procesión del Santo Entierro Magno, celebrada en Arahal en el año 2.000. Tal día como hoy la terminé de escribir y quedó lista para ser interpretada por la banda de música.

Portada de la marcha

A continuación, os traigo el texto de un artículo basado en la composición, que redacté para la publicación especial que editó el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Arahal con motivo de tal acontecimiento histórico.

RÉQUIEM AL CRISTO YACENTE

«Cuando llegó a mis oídos la buena noticia que anunciaba la celebración de una Procesión Magna del Santo Entierro en Arahal, el próximo Sábado Santo del año dos mil, con motivo del Jubileo de la Redención que manifiesta la Iglesia Universal, me entraron muchísimas ganas de componer una marcha procesional que simbolizara este grandioso evento y nos lo recordara de manera inolvidable y nostálgica.

Desde hace tiempo, guardo en mis cajones unas partituras que contienen las notas musicales de una marcha fúnebre, pensando que alguna vez se la dedicaría a la Hermandad del Santo Entierro. Aprovechando el magnífico hecho histórico que acontecerá en la tarde del Sábado Santo, decidí reelaborar y recomponer mi marcha fúnebre, desde el punto de vista musical.

Comenzaré comentando las razones por las que puse a la composición musical el título “RÉQUIEM AL CRISTO YACENTE”, fueron: Por un lado, el significado que nos da el Diccionario de la Real Academia Española de la palabra “réquiem”, nos dice: “…2.m. Composición musical que se canta con el texto litúrgico de la misa de difuntos, o parte de él”. Por el otro, al consultar el diccionario latino, podemos comprobar que el término “requies-requietis”, quiere decir “descanso, reposo, tranquilidad”. Analizando los distintos significados de “réquiem”, quiero demostrar mi intención a la hora de componer esta marcha procesional, ya que se puede entender aquella como una especie de canto fúnebre que realiza un pueblo, Arahal, por la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, quien descansó tras sufrir múltiples ofensas, menosprecios y agresiones físicas durante la Pasión.

Con esta composición fúnebre, pretendo recoger las oraciones, cantos y alabanzas que hacemos durante cada día a los Titulares de las respectivas Hermandades de nuestro pueblo. Soy consciente de la responsabilidad que conlleva englobar los sentimientos de cada persona, las alegrías de los más pequeños, las penas que sufren tantos “cristos” de nuestro alrededor, esas ansiadas búsquedas de Misericordia y Piedad, rodeadas siempre de Amor, que se consigue sintiéndonos “cirineos” al seguir los pasos de Jesús “El Nazareno”. Eso sí, virtudes llenas de Esperanza e ilusión como las que nos transmite con su humilde sonrisa un Hombre sentado en un pollino, saliendo de forma triunfal del histórico barrio de San Roque.

Al escuchar los sones de la marcha fúnebre, os daréis cuenta que su introducción sencilla, seria y solemne nos recordará los pasos que realizan las personas al andar cuando van transportando en sus respectivos hombros el féretro que traslada al ser fallecido. Es un paso de carácter fúnebre, al percibir su ritmo y su correspondiente melodía, que al estar la obra en la tonalidad de Fa menor, transmite sentimientos de tristeza, melancolía y seriedad.

Si continuamos escuchando, comienza el primer tema de la composición musical con una intensidad suave y dulce, recordando aires chopinianos del Romanticismo y usando recursos musicales típicos del siglo XIX. Seguidamente, continúa un segundo tema en el que podemos comprobar una pieza breve con estilo de canto de marcha solemne y triunfal, que se repetirá de forma fuerte en su segunda vez. Detrás de ello, oiremos el primer tema expuesto anteriormente para pasar a la interpretación solista de una flauta travesera, la cual expone una idea musical muy melodiosa en Fa Mayor. Por tanto, hemos cambiado a una tonalidad más alegre, que nos transmite un espíritu de renacimiento, el cual fue evocado e inspirado por la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, quien nos sorprende venciendo a la Muerte para subir al Reino de los Cielos y estar junto a Dios Padre. Para finalizar la marcha procesional, el resto de la banda de música retoma la misma melodía que interpretó la flauta anteriormente, terminando así con un espectacular fuerte, que nos simboliza el hecho histórico más importante para un cristiano en su vida y fe.

No quisiera acabar mi reflexión personal sobre la marcha fúnebre, sin decir que cuando se haga realidad el ansiado acontecimiento de la próxima Procesión Magna del Santo Entierro, deberemos tener en cuenta que, aunque salgan todas las imágenes de nuestro pueblo ese Sábado Santo, sólo existirá uno y Él será el Cristo Yacente, seguido de la presencia de su Madre, María Santísima de los Dolores.»

Germán García González